Cuando pensamos en un tipo programando algo en su ordenador, nos imaginamos todo el esfuerzo que tiene que conlleva escribir el código, revisarlo y nos imaginamos una pantalla llena de extrañas órdenes y símbolos. Sin lugar a duda, el trabajo tiene que ser metódico, exigente y es duro. Pero es que si además se tiene arte, como nuestro alumno de sexto Andrés, entonces salen cosas tan maravillosamente bien hechas como esto.
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